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No mueras a los treinta

La mayoría de la gente muere mucho antes de su muerte real. La gente muere alrededor de los treinta años, aunque su muerte real ocurra alrededor de los ochenta. Durante cincuenta años aparentan vivir, pero en ellos no hay vida, no hay canción, no hay danza. ¿Por qué están viviendo? No lo saben.
¿Quiénes son? Nunca se lo han preguntado. ¿Por qué están aquí, de dónde han venido, a dónde van?  Te dirán: 'No preguntes tales cosas, pues alteran nuestra paz, y no importa de dónde venimos y a dónde vamos'.

No están interesados en sus propias raíces ni es sus propias flores.
Es muy raro encontrar a un hombre viviente en el momento  de su muerte real. Sólo es posible si sigues creciendo... si sigues descubriendo... si sigues amando... si sigues cantando... si sigues bailando... si nunca pierdes el interés... si nunca pierdes el asombro ante la existencia... si tienes los ojos de un niño inocente, tan llenos de asombro que todas y cada una de las cosas son para ti un misterio...

Entonces vivirás hasta el fin de esta vida, y no solo vivirás hasta el fin de esta vida: un hombre así no conoce la muerte.

La muerte le ocurre sólo a los muertos. Si un hombre ha estado vivo, lleno de fuego, lleno de juventud, su último suspiro será sólo la muerte del cuerpo. Su conciencia que está tan viva sigue danzando hacia otra forma, a un nivel más alto. Para él no hay muerte, la muerte es una liberación de una prisión. Estaba confinado en un cuerpo pequeño, destinado a envejecer y enfermar, y ahora está libre de él y va hacia otro cuerpo fresco y nuevo. Y su vida misma llega a su expresión suprema, no volverá a estar confinado en un cuerpo nunca más.

Será parte de la vida Universal, sin forma, infinita y eterna. Ese es su verdadero hogar: la inmortalidad, la eternidad, la existencia universal.

Fragmento de Zarathustra 'Un Dios que puede bailar’. OSHO

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