Cada día que pasa, y en cada mirada sobre el mundo que nos rodea, es la última vez que lo miramos.
Aunque mañana podamos volver a mirar lo mismo nuevamente, nunca será el mismo momento que hayamos visto la vez anterior.
Cierro mis ojos y recuerdo tu mirada, recuerdo tu voz y la tersura de tu piel, recuerdo que en el abrazo yo percibía el tibio aroma de tu perfume.
Y me doy cuenta que cada vez era siempre la única vez, aún cuando yo pensaba que todo era eterno y el tiempo no pasaba más, creía que nada se iba, que todo momento era atrapado por mi.
Ahora sé que nada de esto era así. Los momentos son únicos e irrepetibles, los momentos son eso, obras de arte del tiempo. Fijar nuestra atención en otras cosas que nos sacan de la reflexión para no pensar es un ardid del alma para no enfrentarse a su finitud.
Y los momentos se van elevándose como el vapor hasta donde vive la eterna luz.
Olvidamos ciertas cosas y nos aferramos a otras en la tozudez de la memoria para repetir una y otra vez el gozo tenido y cada momento vivido nunca será un momento perdido, pero nunca volverá a ser el mismo, de cada uno de nosotros depende que cada vez sea mejor porque los momentos no vuelven más.
Los recuerdos nos constituyen, nos arman como rompecabezas dejando ver un resultado en la objetividad de un espejo que cada día nos devuelve la imagen de un rostro distinto al de otros años.
Y así nos vamos construyendo día a día con lo mucho o poco que tenemos.
Un año más se suma a la ordenación de las vivencias que han quedado en la memoria pero que se han evaporado como el agua de los ríos. Vaya uno a saber por cuál nube andarán nuestras alegrías y tristezas, nuestros amores y odios, nuestros trabajos y nuestras perezas. En algún lugar seguramente todavía resuenan nuestros pasos y nuestras voces, quizás en el trazo dejado en el banco de la escuela o en el papel que escribimos para dejar constancia de la necesidad del amor.
En algún lugar seguramente que no es lugar sino que es la virtud de tu memoria.
Detalles que se han pasado en un tiempo entero, tiempo que es la medida de nuestros sueños, marcas que van quedando en los silencios. Y detrás de cada cosa están tus ojos, mirando con ilusiones los nuevos senderos.
Un año es la medida con que valernos, para conocer lo sutil fortuito y lo eterno, y de ello sabemos tantas cosas que no sabemos como que estamos seguros que todavía quedan por crear muchos recuerdos.
De tu sonrisa y la mía depende el tiempo con el que vayamos a dibujar nuestros momentos para viajar por un mundo que es un sueño, despiertos y en la medida que conocemos buscaremos horizontes de sueños nuevos. Si todo en la vida pasa como las blancas nubes van por el cielo, vivamos nuestros años con los mejores anhelos porque solo se vive realmente cuando comprendemos que cada vez, es la última vez.
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