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El trigo y el granjero



 Un día, un viejo granjero, cuestionó a Dios y le  dijo: —Mira, puede que seas Dios y que hayas creado el mundo, pero tengo que decirte una cosa, no eres un granjero, no conoces ni el ABC de llevar una granja. Tienes algo que aprender...

—¿Qué me aconsejas? —le contestó Dios...


—Dame un año de tiempo y durante ese periodo deja que haga las cosas a mi manera para ver qué pasa. ¡La pobreza será barrida de la faz de la tierra!

Dios aceptó... concedió un año al granjero. Naturalmente éste pidió las mejores condiciones, nada de tormentas ni vientos fuertes, ningún peligro para la cosecha. 

Todo era cómodo, agradable, y él se sentía muy feliz. ¡El trigo crecía tanto! Cuando quería sol, tenía sol.. cuando quería lluvia, tenía lluvia, toda la que quería ... 

Aquel año todo era correcto, matemáticamente correcto. 

Pero cuando se cosechó, no había nada dentro del trigo. 

El granjero estaba sorprendido. Y preguntó a Dios: —¿Qué ha pasado? ¿Qué ha fallado?

—Como no había desafíos —dijo Dios—, como no había conflicto ni fricción, como evitaste todo lo malo, el trigo permaneció impotente... Es imprescindible luchar un poco. Las tormentas son necesarias, los rayos y truenos son necesarios. Ellos agitan el alma dentro del trigo. 


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