Carta a la soledad

¿Hola, que tal vieja amiga?, ¿o no lo eres?.

Y eres vieja también, tan vieja como el hombre.Quizá tu rostro y apariencia ha cambiado con el tiempo, pero en difinitiva naces con uno. Así tan vieja conocida y no siempre aceptada.

¿Tendrás mala propaganda? ¿O no supiste mostrarnos las ventajas que tiene a veces tu presencia?. Te hablo ahora y es diferente a como te hablé otras veces, seguramente no será la misma forma de hacerlo en adelante.

Ven, siéntate a mi lado, o permíteme sentarme en tu mismo sitio, quiero saber como se ve la vida desde ese lugar. ¿Qué si nunca estuve ahí?, claro que sí, muchas veces, casi la mayoría de mi tiempo, pero no abrí bien los ojos.

Quizá estaban nublados por las lágrimas, quizá buscaba otra cosa y el paisaje que se mostraba no lo reconocía como propio.Tienes varias caras Soledad, no eres siempre la misma, o será que te veo de maneras distintas.

A veces eres un espacio de creación muy importante. Otras, afinas mis oídos y la melodía que escucho se hace más perceptible y me inunda dándole a mi ritmo interior un movimiento que no siempre ha sido triste.

Pero otras, Soledad, es pesada tu presencia, me hundes en un abismo que pienso no podré salir nunca.Pero, déjame sentar a tu lado, toma mi mano, no serás siempre fría ¿verdad?. Deja que te conozca, si tienes que ser mi compañía, déjame que te conozca. Mírame a los ojos.

Te miraré de frente. No me afectará si eres fría o eres dura o distante. Sabré acortar el camino que me lleva a tu casa y en ella buscaré el rincón más seguro, más tranquilo y veré como es que se suceden las horas de un día, los minutos de los meses y los segundos de un año.

Déjame estar a tu lado, ven, quédate conmigo, tarde o temprano tendré que ser realmente tu amiga y prefiero no esperar más tiempo.Aquí me quedaré callada y sabré que es lo que siento.

No te prometo nada, no sé si te veré como a mi amiga, pero decididamente tampoco lograrás ser mi enemiga